D. Pablo Manuel Díaz Amores
Tertulia cuadragésima primera con D. Pablo Díaz Amores
En los tiempos que corren es difícil cruzarse en el camino con un político que rebose honestidad. La razón no es solo la juventud de este concejal del Ayuntamiento de Sevilla al que mucho de nosotros hemos visto crecer derrochando ese talante innato que pocos representantes públicos tienen y que genera, solo con su comunicación gestual, confianza. Su naturalidad a borbotones lo invade todo.
Durante la comida Pablo no ha dejado de sonreír, con una sonrisa abierta y profunda solo equiparable a la de su padre sentado a su siniestra mientras se emociona al contarnos sus sensaciones y emociones cuando tuvo la oportunidad de portar el Pendón de nuestra ciudad o recibir en la madrugada y en los palcos de San Francisco al Señor de Sevilla. Se vanagloria de sus logros para los sevillanos durante su estancia en el Ayuntamiento y abiertamente, mientras degusta el arroz con setas y espárragos, confiesa que es eso lo que se lleva, su pequeña atribución para mejorar la vida de los vecinos a quienes representa.
Amante del futbol y de su disciplina mantiene siempre una ecuánime postura ante los problemas a los que la vida le ha hecho enfrentarse y que le he dado esa madurez impropia de su juventud. Y su padre, a la vera, asiente. Y le aconseja. Y le asiste. Y le regaña cuando se entera de cosas que no sabía y que de adolescente hizo y que desenfadado nos confiesa cuando ya el biscuit glacé de chocolate con tierra de cacao es un mero recuerdo en el plato.
Los padres nunca cambiaremos. Pablo, no lo hagas tú tampoco.
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