D. Francisco Robles
Quincuagésima tercera tertulia con D. Francisco Robles Rodríguez «Paco Robles».
Nuestro tertuliano es tenaz en esa media Luna que inmoviliza su cuerpo pero que mantiene plena el don de la palabra manuscrita en el folio en blanco que le reta cada mañana. Aún humean las croquetas al estilo Burladero y ya Paco nos cuenta que su escribir es como el respirar, una necesidad que satisface casi sin querer en una rutina que no es programada y que por eso se hace más admirable. Sutil, vivaz, moderadamente ácido cuando destripa las vísceras de esta Sevilla nuestra que se prodiga en el afecto de extendidas comisuras y el cuchicheo del “no se lo digas a nadie” para que precisamente todos lo sepan. Paco, al cuerpo a cuerpo, como comensal, no es tan rancio como su escribir parece. Es un disfraz que esconde su capacidad de saber desenvolverse entre farolillos y bambalinas para decir aquello que su lector, su oyente, quiere leer o escuchar sin darse cuenta que entre las líneas se esconde un pensar distinto y crítico con quienes precisamente le son fieles. -Ahora escribo lento, con un solo dedo-, nos dice Paco mientras degusta los huevos rotos con bacalao y piparra que yacen en la blanca vajilla. No hace falta más. Ese solo dedo no es inquisidor, ni acusador como podría pensarse. Es un dedo corazón que en cada golpe sobre la tecla deletrea las palabras superación y esperanza. No hay más. Cae la tarde y sobre el cielo de Sevilla se dibuja la media luna. Es creciente. Es como Paco.