D. Manuel Marvizón Carvallo

Cuadragésima segunda tertulia con D. Manuel Marvizón Carvallo

 

“Los artistas somos buena gente” nos dice Manolo Marvizón y quienes estamos en la mesa en poco tiempo podemos sentir la veracidad de su afirmación. Podría haber sido un gran médico pero el destino le despertó lo innato que llevaba en su ser cuando ya a sus seis años le atraía la música que escuchaba en el pequeño transistor de su casa.

La decisión no fue fácil y aunque la música apacigua ánimos y da levedad a los conflictos no pudo evitar el cataclismo familiar que su amor a esas mágicas líneas que configuran el pentagrama le alejaban de la soñada profesión médica que su padre había imaginado para él. Pero el destino estaba escrito y si la música fue un inicial conflicto con un ser tan querido fue la música compuesta para la Hiniesta la que recondujo el amor filial y demostró que nuestro invitado había nacido para tareas creativas reservada a solo unos pocos privilegiados.

De la música de “Los otros” a la entrañable melodía de “El Almendro” que metía en nuestras casas la entrañable la Navidad pasando por marchas procesionales que inundan las calles sevillanas en primavera o las feriales Casetas del Real sevillano pasando por sintonías radiofónicas que despiertan cada mañana a somnolientos madrugadores nos hace entender que Manolo Marvizón hable con la pasión de un publicista de aquello que ama.

En nada nos convence de esa ilusión mientras en las afueras aún quedan vestigios del Corpus recién concluso y nuestro invitado declina cortésmente la trancha de salmón con curri verde y verduritas que torpemente le hemos puesto de segundo plato y que a modo de reparación es motivo suficiente para que vuelvas a esta nuestra y ya tu casa y en la que has dejado, aún el olvido de Silvio, una grata sinfonía de la pasión por la música.

No esperes a Navidad.

Galería de la tertulia