D. Jaime Raynaud Soto
Tertulia trigésimo sexta con D. Jaime Raynaud Soto
Jaime Raynaud Soto es un hombre afable. Lejos del fanatismo al uso en su solapa reluce una bandera de España y de Andalucía en una silenciosa reivindicación del terruño y el origen. Ese silencio que en la bodega de la Taberna nos aísla del bullicio navideño que impera en las plantas altas de la que es nuestra casa y que permiten recorrer la intensa vida política de nuestro invitado que, como la vida misma, se salpica de traiciones y lealtades.
En la muestra de su honradez y caballerosidad pone nombres y apellidos de las segundas y calla los de la primera. Pulcramente vestido, de especial elegancia en el porte, Jaime envuelve con una sonrisa que hace desaparecer esa lejanía de todo hombre público.
Agradecido con la sublime crema de boletus con jamón de pato que degustamos nos sorprende por su afición al Haiku, a la lirica oriental que le hace ver las cosas de manera distinta, desde un interior que exterioriza con una praxis que invade de sosiego a quien le escucha en unas confesiones de sobremesa que ya en la planta alta incluso acalla el desorden imperante por la fiesta y el jolgorio que en los salones colindantes une a nuestra Tertulia con la ya hermana Antigua Hermandad de San Clitorio Bendito y su Puta Madre y de la que por primera vez nuestra Custodia que alberga en su vientre nuestra polvo santo es testigo. Memorable día. Lirico y Prosaíco. Casi mistico en la oración que nos invita a morir mártires como el Santo Clitorio Benedetto, en el Agujero de Cecilia y en el gozo de la Rosca Eterna. Sea. Amén.